La Organización de las Naciones Unidas define la violencia contra la mujer como “Todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.»
La violencia contra la mujer tiene tres grandes facetas: la física, la psicológica y la social
- A nivel físico hablamos de cualquier acto de violencia contra el cuerpo de una mujer, su integridad física, sexual y su libertad de movimiento.
- Desde su fase psicológica incluye los actos de violencia verbal y emocional que provocan opresión y daño sobre la estabilidad emocional y social de una mujer.
- La fase social encierra todos esos paradigmas históricos y culturales donde se pone en duda la capacidad de una mujer, por el simple hecho de ser mujer, y provocan tratos desiguales, desaventajados y marginalizados para las mujeres.
El problema detrás de la violencia contra las mujeres
Todas las formas de violencia limitan nuestra habilidad para tomar decisiones acerca de nuestras propias vidas.
Todas las formas de violencia descritas a continuación se consideran atentados contra los derechos humanos de las mujeres y las niñas, han sido condenados por organismos internacionales y son considerados delitos en muchas de los sistemas jurídicos en América Latina:
- Abuso físico (ej.: golpes), verbal (ej.: palabras groseras) y emocional (ej.: manipulación).
- Violación vaginal, anal u oral.
- Abuso sexual infantil, como conducta donde la/el menor es utilizado como objeto sexual derivada de una relación de desigualdad donde un adulto aprovecha la edad, madurez o poder que tiene sobre el menor.
- Asesinato provocado por el esposo o compañero de una mujer, derivado de celos, peleas o “deudas de honor” (ejemplo: por identidad o actividad sexual “que deshonra” a la familia o al compañero).
- Acoso y persecución sexual, son las conductas agresivas donde se intenta acceder a favores sexuales sin consentimiento de la víctima.
- Esterilización forzada, donde el agresor atenta contra la capacidad biológica de reproducción de la mujer víctima, sin su consentimiento o a través del engaño, y de manera irreversible.
- Mutilación genital, es la eliminación parcial o total de los tejidos de los órganos genitales femeninos.
- Inducción a la prostitución a través de la violación o la manipulación, donde la mujer debe participar de actividades sexuales no consentidas o consentidas a través de la fuerza o la amenaza.
- Tráfico de niñas y mujeres, es el comercio ilegal de personas que atenta contra su libertad, dignidad y derechos fundamentales.
Detrás de cada acto de violencia contra una mujer, se encuentra la intención de ejercer control coercitivo o dominador sobre ella, no importa que sea a nivel cultural, social o institucional (ej.: en las relaciones empleador/empleada o profesor/estudiante).
La raíz de éste tipo de control se encuentra en los desequilibrios sociales de poder entre hombres y mujeres, donde se le asigna una posición superior a los hombres, mientras las mujeres tienen una posición de dependencia o inferioridad.
¿Cuál es el origen de esto?
Desafortunadamente crecimos en una sociedad donde se nos educó para entender el mundo bajo las relaciones de poder y dominación. Desde pequeños, se nos reforzó la idea de que los hombres pueden ejercer la fuerza en orden de mantener el control, resolver conflictos o expresar su ira. Mientras que las “niñas” están llamadas a no agredir para mantener su “feminidad”.
Ojo al papel de los medios: Con frecuencia en los medios de comunicación y la publicidad se exponen imágenes que presentan a las mujeres sólo como cuerpos hipersexuados (ej.: las chicas que hacen parte de las campañas publicitarias de las compañías de cerveza, con poca ropa y en poses sugestivas).
Esta hipersexualización de las mujeres, refuerzan la idea de que los cuerpos de las mujeres sólo sirven para ser controlados y limitados a satisfacer deseos sexuales de los hombres, tal y como si fueran objetos sexuales.
Fuente: Mujeres con derecho