Todos quienes hemos estado en una relación de largo plazo sabemos que no todo es color de rosas… al menos no todo el tiempo. Es normal que una vez pasado el primer tiempo las parejas pasen por momentos de rutina, cansancio o simplemente malas etapas. Aquí te damos algunas señales de que necesitas revivir tu matrimonio. Porque no todo está perdido, y si hay amor y voluntad podremos revertir la situación para reencontrarnos.
Pasan muy poco tiempo juntos: cuando los integrantes de la pareja empieza a pasar tiempo separados y se acostumbran a eso. Por ejemplo, ella se va a un evento escolar con los hijos mientras él se queda descansando en casa. Pero esta situación no es excepcional, sino que sucede todo el tiempo y la pareja se acostumbra y deja de extrañarse. Solución: encontremos actividades que le diviertan a toda la familia. O asistamos juntos a los compromisos que tenemos como familia y compartamos esos momentos.
Aburrimiento: la rutina de la vida cotidiana suele primar sobre el romance, y cuando nos encontramos por la noche no tenemos ganas ni de charlar. Programar una cita puede ser una buena forma de dar vuelta la situación: consigamos una niñera y vistámonos bien lindos para ir a cenar a algún lugar. Eso sí: nada de hablar de los niños o de problemas cotidianos. Este es un espacio para el romance.
El sexo se ha vuelto aburrido y monótono: somos siempre las mismas personas y es fácil caer en lo repetitivo. Si bien esto no le molesta a todo el mundo, hay parejas que se sienten desganadas por haber perdido la emoción de los primeros encuentros. Agrega un poco de sazón a sus encuentros sumando algún elemento nuevo: ropa interior sexy, una noche en un hotel o lo que sea que dispare la imaginación de los dos. Despierta la chispa en la relación y verás cómo desaparecen las tensiones y los dos vuelven a sentirse cerca.
Discuten por todo: cuando cada cosa (grande o pequeña) dispara una pelea, es señal de que necesitamos frenar y preguntarnos qué nos pasa. ¿Estamos enojados con nuestra pareja? ¿O es simplemente el hastío de tener que lidiar siempre con los mismos problemas? Aquí tenemos que proponernos lograr una comunicación profunda que ponga a los cónyuges en la misma página: ¿qué metas compartimos? ¿Qué es lo mejor para la familia? ¿Podemos llegar a un compromiso o a una solución que evite tantas discusiones?
No se sienten un equipo: para mantener un matrimonio feliz y saludable, y qué decir una familia, es importante que sus integrantes se sientan parte de un equipo que comparte objetivos, en el que sus miembros se quieren, se cuidan y se respetan, y en el que todos los integrantes tiran hacia el mismo lado. No sentirse un equipo puede hacer que los cónyuges se sientan extraños, discutan y pierdan la sensación de pertenencia a la pareja. Aquí, una vez más, la comunicación es fundamental: recordar el amor que se tienen, volver a las bases de la relación y contemplar todo lo que han logrado juntos.
Cuando los problemas o desacuerdos son profundos, siempre se puede recurrir a un terapeuta que trabajará con la pareja viendo su situación desde una perspectiva diferente y objetiva, y ayudándola a comunicarse y a resolver sus conflictos en un marco profesional.