La separación y el divorcio pueden ser de los momentos más extenuantes de nuestras vidas: traen una mezcla de sentimientos de tristeza, enojo o fracaso con la necesidad de tomar decisiones materiales como las relacionadas con la vivienda, la economía y la nueva rutina. Cuando tenemos hijos, la separación se vuelve especialmente difícil ya que además de lidiar con nosotros mismos y con nuestros problemas, debemos ocuparnos de lo que ellos sienten: sus miedos, esperanzas, el cambio que experimentarán sus vidas, y asegurarnos de que no salgan lastimados de esta situación.
¿Cómo hacemos para transitar esta etapa sin que ellos se vean involucrados en los problemas de los adultos? ¿Cómo evitamos que se sientan culpables de nuestra separación y que nos culpen a nosotras (las mamás) de este cambio? ¿Y cómo los ayudamos a superar sus miedos y su tristeza?
Comunicando los cambios
Darles la noticia a los niños puede ser un momento muy duro. Aunque ellos quizás sospechen que sus padres están por separarse, el ponerlo en palabras lo convierte en realidad.
Muchos expertos recomiendan que ambos padres estén presentes para dar esta noticia. También es importante estar preparados para responder a las preguntas de los hijos, que pueden variar desde el porqué de la separación hasta cómo ésta afectará sus vidas: dónde vivirán ellos, dónde vivirán sus padres, con quién vivirá la mascota de la familia, si deberán cambiar de colegio o si podrán seguir haciendo sus deportes favoritos.
Los niños se sienten seguros cuando tienen una rutina y un hecho tan importante obviamente la altera. Los adultos debemos protegerlos comunicándoles de una forma lo más tranquila y empática posible (y adaptada a su edad) qué cosas cambiarán y de qué manera, y cuáles permanecerán iguales. Y es bueno también explicarles que la decisión no tiene que ver con ellos, sino con la pareja.
Dejemos las peleas para otro momento
Pelearnos frente a nuestros hijos es una mala idea. No solamente porque podemos decir cosas hirientes, sino porque estaremos revelando problemas de la pareja que no son responsabilidad de los niños y de los cuales ellos no necesitan saber. Los chicos pueden sentir mucho estrés al ver a sus padres pelear, especialmente si en la discusión hay gritos o insultos. Los adultos entendemos que hay cosas que se dicen “en el calor del momento”, pero los niños pueden ser lastimados al presenciar este tipo de situaciones.
También es aconsejable evitar hablar mal del ex frente a los niños. Porque frente a ellos no estamos hablando de nuestra ex pareja, sino de su padre o madre, a quien ellos aman más allá de sus defectos y falencias. En lugar de eso, debemos intentar ser positivos al referirnos a nuestro ex, pensando en el bienestar de los niños, que también atraviesan esta situación con dolor. Así evitaremos que se sientan culpables o tristes al creer que uno de sus padres es responsable de la separación. Los adultos podemos comprender que las situaciones son complejas, y que hay muchos factores que conducen a la finalización de una relación, pero los niños simplifican las cosas y pueden llegar a conclusiones erradas y tristes, como por ejemplo: “papá se fue de casa porque está harto de que me pelee con mi hermana o de que no le haga caso”.
Por qué mantener la buena relación
Cada pareja es un mundo y también lo es cada ex pareja. Pese a las circunstancias de la separación, es fundamental (aunque a veces tardemos en lograrlo) que mantengamos la buena relación con nuestro ex. De esta forma tendremos una buena comunicación con él o ella, que nos permitirá alcanzar arreglos que beneficiosos para los dos y para los niños. No es necesario que cada Navidad o cumpleaños sean una pelea: si tenemos una relación amigable con nuestro ex, los niños podrán seguir disfrutando de los momentos especiales de la vida.
También es muy importante tener una buena relación porque nuestro ex siempre será el papá o la mamá de nuestros hijos. Compartiremos con ellos momentos de dicha, como las graduaciones, y también momentos difíciles, como la adolescencia. ¿Qué mejor que contar con la ayuda y la compañía del otro como aliado?
La familia no está rota
Una forma de confortar a los niños es explicándoles que aunque sus padres se separen, la familia no está rota: sus padres siempre serán sus padres. Es importante que ambos progenitores sigan involucrados en las vidas de los niños. Si el padre siempre llevaba al hijo a su juego de fútbol, se puede intentar organizar los tiempos para que siga haciéndolo. A través de detalles como este, los chicos sentirán que pueden seguir contando con el apoyo de sus padres, que siempre estarán para ellos: en las buenas y en las malas.
Las peleas de tenencia suelen ser especialmente estresantes, tristes y desgastantes. Si los adultos no podemos solucionar este problema, es bueno recurrir a mediadores o a terapeutas para sacar la discusión de casa y para poder acordar lo que es mejor para los niños, dejando de lado los sentimientos dolorosos de los adultos.
Mostrémosles a los niños el cariño que queda entre sus padres. Si bien esto puede ser algo sumamente difícil si estamos dolidos, pensar en los buenos momentos y en lo compartido (como los hijos que se tienen en común) puede ayudarnos a transmitirles este sentimiento. En todo momento, debemos remarcarles el amor que sentimos por ellos. Puede ser algo obvio para nosotros, pero para ellos nunca está de más que lo reafirmemos.
Parte de ser padres es poner el bienestar de nuestros hijos por sobre el nuestro. Protejámoslos con toda la contención y el amor del que somos capaces, y los ayudaremos a sentirse mucho mejor.