A sólo 1 añito de estar felizmente casada quiero compartirles un poco lo que llamo: mi fracaso como esposa.
Durante mis primeros meses de casada pensé que era ¡un verdadero fracaso! No tenía tiempo de cocinar, limpiar la casa, atender a mi esposo, y mucho menos de dedicar tiempo para mi misma.
Al salir del trabajo, por supuesto que lo último que quería hacer eran tareas del hogar…Cuando mi esposo llegaba del trabajo me sentía súper mal al ver que la ropa sucia seguía sucia, la cama seguía estando desarreglada ¡desde la mañana! Al ver de un lado a otro y al darme cuenta de todo el desorden me decía mi misma:“esto es tu culpa, eres la peor esposa del mundo”
Pasaron varios meses y no entendía por qué me sentía tan mal conmigo misma. Siempre pensaba en mi mamá, abuelas y tías…todas esas mujeres perfectas que lograban mantener una casa limpia, mujeres que siempre estaban ahí para sus hijos, para su esposo y yo aún sin hijos me preguntaba ¿si mi mamá lo hizo por qué yo no puedo lograrlo? Y ¡ni siquiera tengo hijos!
Una noche no aguante y revente en lagrimas, mi esposo preocupado me pregunta ¿qué te pasa??? ¿¿Todo está bien?? Le conté mi preocupación y su respuesta marco mi vida. Me explico que el no quiere una esposa perfecta, que no tengo porque no estar cansada después del trabajo. Él no esperaba una cena o encontrarse con la casa perfectamente arreglada… Él sólo esperaba que todo estuviese tal cual como lo dejamos en la mañana para hacer la tareas de la casa juntos…Eso era para él ser un matrimonio perfecto.
Muchas veces nos ponemos una carga muy pesada encima. Yo admiraba el estilo de vida que llevaban algunas de mis amigas, incluso mi mamá, mis abuelas y mis tías… todas estas mujeres quienes no tenían la necesidad de trabajar tiempo completo y podían dedicarse 100% a sus hijos, maridos y el hogar.
Con el tiempo entendí que me toco vivir una época muy distinta a la de aquellas “esposas perfectas” que yo tenía como ejemplo a seguir. Tenemos que trabajar, hacer las cosas que nos apasionan para salir adelante y a la vez buscar un espacio para ti y para tu esposo…porque después de todo; somos un equipo.
Al contar esta historia estoy segura que muchas de ustedes se sentirán identificadas, y me alegra pensar que no estoy sola. No soy la única esposa que pasa por esto. Con sólo tener las ganas de trabajar en equipo nos convertimos en la mejores esposas del mundo.
Por Laura Riera