Supe que mi hijo era distinto del molde convencional desde que era pequeño.
Cuando yo insistía en las clases de fútbol, el trauma era grande. Lloraba durante toda la clase y yo me escondía detrás de los árboles, pensando que era algo normal mientras se adaptaba. Pero así fue el resto de los días hasta que no quise torturarlo mas. Su increíble gusto por temas y aficiones “diferentes” se volvió mas notorio mientras iba creciendo y a medida que yo lo apoyaba incondicionalmente, siguiendo mi intuición de madre, con amor y aceptación.
Alguna vez, su profesora en el Pre-escolar me dijo que solo quería jugar con las niñas en el recreo. Yo comencé a entenderlo y a quererlo. Traté de fomentarle actividades que implicaban roles “masculinos”. Aunque compartía con todos, demostraba inclinación por otros intereses. No quería forzarlo, ni hacer algo que lo hiciera infeliz, a pesar de sentir la presión de una sociedad que te impone ciertos comportamientos específicos de género.
Pasando por una dura separación, que los psicólogos describirían como un difícil proceso en plena etapa edípica, (yo personalmente pienso que la homosexualidad es algo biológico),siguió adelante en su primaria y luego en el bachillerato y la universidad, distinguiéndose por su creatividad, compasión por los demás y por una gran calidad humana. Adorado por sus hermanos, fue demostrando cualidades que hicieron que se ganara el cariño y respeto por parte de compañeros de clase, niños y niñas, profesores y hasta directivos del colegio, quienes ajenos o no a sus preferencias sexuales, nunca le quitaron el cariño. Si alguna vez fue víctima de matoneo por parte de sus compañeros, familiares y hasta mío por mi ignorancia y debilidad, hoy le pido disculpas y doy gracias a que este duro proceso de convicción, aceptación, revelación y verdad ya ha avanzado mucho y que me ha convertido en una persona mas humana.
Otros no habrán contado con la misma suerte, por eso quiero decirles a los padres, madres, hermanos, profesores, colegas, amigos y familiares que estén pasando por una situación similar, o aquellos que comparten espacios con personas con gustos diferentes de cualquier tipo, que los apoyen y defiendan para que se sientan valorados y aceptados. El camino no es fácil pero estaremos haciendo un mundo mejor.
Por Claudia Martelo – Soy Mamá Millennial