Todos los que hemos tenido la suerte de criarnos con hermanos sabemos que las peleas infantiles son inevitables. Los hermanos pasan mucho tiempo juntos y en muchas ocasiones compiten por la misma atención, las mismas cosas y los mismos espacios. Creer que no habrá peleas es ingenuo.
Pero aceptar esta realidad dista mucho de considerarla tolerable. Que nuestros hijos lleguen a normalizar el hecho de pelearse conlleva muchos riesgos que debemos evitar:
- Que los niños consideren la violencia como un medio legítimo y normal de resolución de conflictos.
- Que los padres pierdan autoridad y ejemplaridad a ojos de sus hijos.
- Que los hermanos que pierden las peleas (porque son menos combativos o más pequeños) se sientan desprotegidos.
- Que se genere un resentimiento a muy largo plazo entre hermanos e incluso de los hijos contra los padres.
- Que por costumbre se sientan más cómodos en entornos donde se usan distintas formas de violencia. Esto les puede llevar a buscar ambientes y compañías problemáticas en su adolescencia y juventud.
- Que extiendan un modo de comportarse que conlleva ciertos grados de violencia a todas sus relaciones sociales (demás familiares, amigos, compañeros de escuela, vecinos).
- Que su autoestima se vea muy dañada y crean que el único modo desentirse mejor es dañando la autoestima de otros, perjudicando a los demás para reforzar su visión de sí mismos. Muchos acosadores escolares son el resultado de entornos familiares donde han sufrido (y, a veces, ejercido) algún tipo de violencia.
Teniendo en cuenta estos riesgos, dejaremos de ver las peleas entre hermanos como ireelevantes. Siempre habrá algunas trifulcas, pero si son graves o frecuentes, debemos tomar medidas.
Los métodos para acabar con las peleas entre tus hijos se centran en la defensa de la autoridad de los padres utilizada de forma inteligente para crear dinámicas y entornos positivos entre hermanos.
Ha de enseñárseles a compartir más que a competir; a comunicarse entre ellos y con sus padres. También debemos mostrarles los perjuicios que la violencia genera para ellos mismos y los demás.
Algunos castigos bien empleados pueden ser adecuados para una corrección de los malos comportamientos; pero el refuerzo positivo de aquellos comportamientos que queremos que tengan, suele ser mucho más efectivo.
La relación entre hermanos puede y debe ser una de las más bonitas de la vida de nuestros hijos, incluso cuando nosotros ya no estemos aquí para ellos. Facilitarles esa buena relación desde niños puede ser uno de los legados más hermosos que les dejemos como padres.
Por María José Madarnás
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“Como no existe la academia donde enseñen a ser la madre perfecta, desde maternidadfacil.com busco formas innovadoras de ayudar a madres jóvenes a vivir una maternidad plena, ayudándolas a comprender las etapas del desarrollo del embarazo, el parto y la crianza de los hijos. Lo más importante es disfrutar de cada instante, el aprendizaje viene con la experiencia.”