Hace mucho tiempo, el modo normal en que un niño comenzaba y finalizaba su día era rezando, pidiendo que se bendiga a sus familias, amigos y vecinos, y se deseaba el bien a todos ellos. De esta forma los pequeños aprendían a amar al prójimo, y a no odiarle ni causarle daño.
Hoy en dia, por el estrés y agitado ritmo de vida familiar en la que vivimos , esta costumbre se ha perdido en gran medida.
Rezar por la mañana y por la noche, antes de dormir, es un hábito tan sano como el de lavarse los dientes, bañarse o tomar vitaminas a diario. EL rezas nos fortalece y y tiene la misma finalidad: nos ayuda a estar limpios y a deshacernos de aquello que podría dañarnos, y, por si fuera poco, nos fortalece.
Las oraciones de la noche son beneficiosas para los niños porque pueden actuar como puente entre la actividad y el reposo y dado que les permite tranquilizarse antes de quedar dormidos, estimulan la aparición de sueños agradables, además de ayudar a crear gran armonía entre padres e hijos.
Como si esto fuera poco, también puede convertirse en un modo sano, feliz y provechoso de abrir y expandir el corazón, la mente y el horizonte espiritual del niño. El hecho de tomarse unos pocos minutos diarios para pensar y rezar por el bien de otras personas hace que nuestros chiquitos adopten el hábito de ser generoso y afectuoso.
Proponte dedicarle esos minutos a este maravilloso habito. ¡Feliz Semana Santa!