Hablar sobre la muerte puede ser un tema difícil, incluso para los adultos. Mucha gente incluso prefiere evitar el tema todo lo posible. Pero la muerte es parte de la vida y es natural que los niños, en algún momento, nos pregunten sobre ella. Estas preguntas pueden ser bien diversas: dependerán de la edad del niño y de la circunstancia. Las dudas surgen al ver una planta o un insecto muerto, porque vieron una muerte en una película o leyeron de ella en un libro, o quieren saber de la muerte porque un familiar o persona cercana falleció.
Hay niños que se conformarán con una respuesta sencilla, como por ejemplo: “la mariposa está muerta; esto significa que ya no vuela ni respira”, mientras que otros querrán tener más información, como por qué sobreviene la muerte, qué pasa con nosotros cuando nos morimos, cuál es el proceso físico que siguen los seres cuando mueren o qué pasaría con ellos si su madre o padre murieran.
Es importante nunca ridiculizar las preguntas de los niños ni regañarlos si nos parecen grotescas u ofensivas. Los chicos preguntan lo que necesitan saber, y si logramos darles respuestas naturales en lugar de rodear el tema de un aura de tabú estaremos ayudándolos a conocer sobre la muerte, un proceso en el que quizás no querramos pensar demasiado pero que es parte natural del ciclo de la vida.
Cuando nuestros hijos nos pregunten sobre la muerte, es probable que lleguemos a un punto en el que no tengamos respuestas. En mi caso me centro en mi creencia, fé y religión – la vida en el cielo pero no es el caso de todos ya que más allá de las creencias, nadie sabe a ciencia cierta qué pasa cuando nos morimos. En este punto, los expertos aconsejan admitir nuestra falta de conocimiento: “La verdad es que yo me pregunto lo mismo. No tengo respuesta a esa pregunta, pero podemos seguir hablando del tema”. Tratar a la muerte como una parte natural (aunque dolorosa) de nuestra existencia puede servirles a los niños de consuelo. También lo es compartir con ellos nuestras propias creencias. Si creemos que hay vida después de la muerte, que renacemos o que la energía de nuestro espíritu se transforma, estos pensamientos pueden tranquilizar a los niños. También puede hacerlos sentirse mejor conocer las creencias de otras personas, o cómo otras culturas tratan este tema.
La idea es que desde siempre todos nos encontramos con la muerte, sin importar quiénes seamos ni dónde vivamos, y que hay formas muy diversas de transitar estas situaciones. Puede ser buena idea aprovechar circunstancias que nos son ajenas, y que por eso no nos involucran emocionalmente, para hablar sobre la muerte con nuestros niños y ayudarlos a conocer sobre el tema. Ejemplos de esto pueden ser las muertes de ficción que los chicos ven en películas o en cuentos, o muertes de animales o insectos.
Sin importar la situación, es importante hablar con los niños de una forma adecuada a su edad, teniendo en cuenta que los más pequeños comprenden respuestas sencillas y no entenderán explicaciones largas y complejas. Hablar de la muerte con nuestros hijos puede ser también una muy buena oportunidad para pensar sobre este tema nosotros, los adultos, y un momento de unión familiar, en el que compartimos miedos y angustias, pero también esperanza, planes y la alegría de estar vivos y junto a nuestros seres queridos.