Introducir alimentos antes de tiempo, comer frituras, ‘picotear’… son algunos de los problemas que tienen las madres a la hora de alimentar a su hijo. Conoce cuáles son los errores más frecuentes.
Durante el primer año
- Introducir los alimentos antes de tiempo: es importante respetar siempre los plazos recomendados por el pediatra.
- Ofrecer al niño un alimento antes de que su organismo sea capaz de tolerarlo no tiene ninguna ventaja nutritiva y sí riesgos importantes: podría sentarle mal y, en el peor de los casos, desencadenar una alergia alimentaria.
- Demasiada variedad de verduras y frutas : Cuatro o cinco verduras y hortalizas (patatas, calabacín, zanahoria, puerro, judías verdes) en su puré y tres variedades de fruta (manzana, pera, naranja) son más que suficientes para aportar las vitaminas y minerales que precisa. Se trata de que se acostumbre poco a poco a los alimentos distintos de la leche. Deja la variedad para cuando cumpla el año.
- Demasiada cantidad : Hay que ser bien cuidadoso con las cantidades recomendadas, sobre todo en lo que respecta a las proteínas. Tu hijo tiene más que suficiente con un pequeño filete de carne, pollo o pescado (consulta el apartado Cantidades recomendadas).
- Purés homogéneos : Sólo debes utilizar la batidora para hacerle sus primeros purés. A los siete u ocho meses deberás sustituirla por el pasa-purés y, progresivamente, hacerlos más espesos y grumosos, hasta incluir trocitos de patatas, zanahoria o calabacín en torno a los diez meses. Tu hijo debe acostumbrarse al sabor, el color y la textura de los alimentos, cosas que no apreciará en un puré de color, textura y sabor homogéneos y uniformes. Y también debe aprender a masticar.
- Obligarle a comer: Respeta siempre el apetito de tu hijo. Sabrás que está creciendo bien en la consulta del pediatra, quien comprobará que su peso y talla son los adecuados, no por la cantidad de alimento que haya dejado en el plato.
- Los nervios en la mesa: La hora de comer ha de ser un momento agradable para todos. Si tu hijo vuelve la cara cuando le acercas la cuchara, le da un manotazo o hace pedorretas con la papilla te está diciendo «educadamente» que no quiere más. Retira el plato, límpiale la carita y quítale el babero, también «educadamente», sin hacer gestos de enfado o desagrado. Mañana será otro día.
- Premios y chantajes: Prometerle un regalo si se lo come todo es uno de los peores errores que puedes cometer (más aún si el regalo en cuestión es una golosina). Tu hijo aprenderá pronto a «devolverte el favor» y en cuanto aprenda a hablar te deleitará con frases del tipo «pues ahora no como». Tampoco debes hacer una fiesta si ha dejado el plato limpio. Comer es una necesidad, no un capricho de mamá que él deba satisfacer.
A partir del año tu hijo ya se sienta a la mesa con ustedes. Sin embargo, debes seguir poniendo el mismo cuidado que antes a la hora de ofrecerle nuevos alimentos:
- Continúa introduciendo cada nuevo alimento de uno en uno y respetando un plazo de cuatro o cinco días para darle el siguiente.
- Recuerda que aún no puede comer de todo. Tenlo en cuenta cuando quiera darle lo mismo de comer que hiciste para el resto de la familia.
- Y sobre todo, aún no puede comer alimentos cocinados de una determinada manera: comida frita (puede tomarlos de vez en cuando, sin abusar). Evita que sean muy condimentados o cocinados con mucha grasa. En realidad, esta recomendación debería seguirla toda la familia. Adaptar el menú familiar a él es una buena idea.
- El picoteo entre horas: tu hijo necesita reponer energías muy a menudo. Sin embargo, los niños suelen hacerlo más por puro capricho que por hambre. Lógicamente, si la comida principal no incluye una cantidad suficiente de alimentos el niño necesitará comer al poco rato. En este caso lo que debes hacer es planificar correctamente su alimentación de manera que no tenga necesidad de picar entre horas . Otro motivo frecuente por el que los niños «picotean» entre horas es el simple aburrimiento: «como me aburro, pico, como pico, no tengo hambre a la hora de comer, y como no he comido bien, pico». En ese caso deberás romper el círculo vicioso con cierta dosis de imaginación: propónle una actividad que le guste y le mantenga entretenido, o simplemente, hazle compañía. Y muy importante: mantén la comida fuera de su vista. Una vez que haya merendado, o desayunado, retira de la mesa pan, galletas, fruta, o cualquier otro alimento.