El dilema entre la vida profesional y la crianza de los hijos se desvanece a la luz de la voluntad, el sentido común y el amor
Hubo una vez que el trabajo era todo para mi. Era yo siempre la primera en tomar un nuevo proyecto; me pedían A y daba Z; quería viajar por el mundo y mi vida giraba alrededor de la adrenalina generada por el crecimiento profesional.
Disfruté cada segundo y lograba lo que me proponía, tomaba decisiones importantes y me codeaba con personalidades de mi ámbito profesional ¡Todo un sueño hecho realidad!
Pero mi vida dio un giro un año después de casarme, al saber que estaba embarazada, pues comprendí que la vida con un hijo seria distinta. Sin embargo, el cambio radical vino el día del bautizo de mi primera bebé cuando supe !que estaba embarazada de nuevo! Fue cuando imagine que tendría que dedicarme a todos , menos a mi misma.
Pero mi idea de continuar tras mis metas profesionales quedo inamovible, de modo que permanecí en el mundo corporativo dos años más, con una bebé en casa y otra en mi barriga ( y por supuesto los mareos, nauseas y cansancio quienes fueron mis fieles compañeros estos meses).
Llegado el momento , tenia dos bebes de menos de 15 meses en casa. Entonces empece a sentir que no era yo. No estaba aquí ni allá; no quería perderme los momentos importantes de mis hijas, pero tampoco dejaba de pensar en el trabajo. Y ni pensar en voltear a ver a ese hombre , mi compañero de cuarto llamado «esposo»
Todo parecía perfecto desde afuera, yo estaba arreglada, mis niñas lindas – siempre vestidas iguales y con grandes lazos en la cabeza – y mi trabajo impecable, pero por dentro …!estaba hecha un trapo!
Mis amigas me pedían la clave para poder hacer todo , y yo, o mentía, o revelaba la verdad: no dormía, no me cuidaba, pensaba solo en los demás , guardaba las apariencias y ¡vivía a las carreras!
Claro, un día tuve que restablecer mis prioridades y tomar decisiones: mis hijas, mi esposo y y o eramos lo más importante, y yo debía estar bien conmigo para poder estar bien con ellos , asi que el trabajo, aun siendo esencial en mi vida, pasó del primero al cuarto puesto.
A menudo he querido regresar mi carrera al primer lugar que ocupaba antes, pero el abrazo de mis hijas sonrientes cuando llego a casa, cambia todo en un instante. Por eso sigo trabajando , pero de diferente forma. He cambiado algunas cosas por otras porque no puedo estar en todo. Ya no insisto en escalar al mismo ritmo que lo hacía antes (cuando trabajaba 12 horas al día). He aceptado que no estaré en primera fila durante conferencias y reuniones importantes, y que me perderé algunos eventos. En suma sigo haciendo lo que me encanta pero soy más productiva: le resto horas al trabajo para dedicarlas a mis hijas en esta importante etapa de su vida. Soy yo quien muchas tardes las lleva al parque – a buscar mariposas – y a su clase de natacion, quien las ayuda con la tarea, las lleva a contemplar el mar en la playa o simplemente responde sus inocentes preguntas. Así he decidido que sea mi vida, al menos por ahora.
…..Y tú, te encuentras o has encontrado en este dilema?