¿La palabra “dieta” te da escozor en todo el cuerpo? ¿Odias pasar hambre para bajar de peso? ¿Has probado todas las dietas de moda para descubrir que, si bien en teoría son ideales, no tienen nada que ver contigo?
Ya sabemos que no todos los programas para bajar de peso que vemos en las revistas son realistas ni se adecuan a tu estilo de vida: si te prohíben comer una cantidad razonable de calorías, requieren ingredientes que no se consiguen donde vives, o sencillamente no son compatibles con tus hábitos y horarios, es muy probable que no puedas seguirlos, o que incluso sean contraproducentes.
Te proponemos algunas ideas para modificar tu dieta paulatinamente o hacerle pequeños cambios que te darán beneficios duraderos y a largo plazo, ¡y que no te harán sufrir! Después de todo, salvo cuando es un requerimiento médico urgente, la idea detrás de una buena dieta no debe ser perder peso a la velocidad de la luz sino adoptar buenos hábitos a largo plazo para volvernos más saludables y, claro, perder el peso de más que nos molesta, pero paulatinamente.
-La comida más importante del día: ¿qué desayunas? ¿Un café y una tostada? ¿Una fruta? Lo oímos miles de veces: el desayuno es la comida más importante del día. ¡Así que deberíamos tratarla con todo el respeto que semejante título merece! Procura incluir proteína en tu desayuno, que tu cuerpo te agradecerá después de tantas horas de no ingerir nada. No sólo comenzarás el día con energía, sino que es probable que no tengas hambre hasta la hora de almorzar.
-Identifica tus malos hábitos: ¿te mueres de hambre a media mañana y corres a comer una factura o algo dulce? ¿Dan las tres de la tarde y necesitas comer “algo rico”? Puedes cambiar las comidas poco alimenticias y llenas de calorías por un batido o smoothie, o por un puñado de almendras, como propone la “Abs Diet”. Si eliges el licuado, prueba con tus frutas favoritas, un poco de espinaca, yogurt y proteína en polvo. Quedarás satisfecha hasta la siguiente comida, y habrás ganado en nutrición.
-Cambia alimentos altos en calorías o muy procesados por versiones más light o hechas en casa: sustituye la mayonesa por aguacate pisado, prepara tus propias bebidas saborizadas agregando rodajas de cítricos al agua de todos los días y prepara tus propios cereales. Cortarás en calorías, grasas e ingredientes procesados.
-La leche: prueba sustituir la leche de vaca por leche vegetal, como de almendras, soya o arroz. ¡Te sentirás más liviana!
-Harinas blancas vs. integrales: las harinas blancas sufren un procesamiento más complejo que las integrales, en el que se les quita el salvado y el germen de trigo. Como resultado, pierden fibra, vitaminas y tienen un índice glicémico más alto. En cambio, las harinas integrales son nutritivas. Cambia los productos elaborados con harinas procesadas (pastas, pan, galletas, pizza) por productos hechos con harina integral y gana en salud.
-Pon más verde en tu plato: no importa qué haya en el menú, acompáñalo con una ensalada. No hace falta que sea grande ni elaborada, y es mejor que no esté bañada en condimentos azucarados (un poco de aceite de oliva y balsámico son suficiente). Quedarás satisfecha con esta comida baja en calorías y repleta de los nutrientes que tu cuerpo necesita.
-Porciones sensibles: en las últimas décadas, las porciones se fueron volviendo más y más grandes. ¿Necesitamos realmente comer tanto? Controla el tamaño de las porciones que comes y estarás cortando una buena parte de las calorías que consumes cada día.
-Que tu comida recuerde quién es: ¿salsas en polvo saborizadas con ingredientes artificiales? ¿Comida tan elaborada que parece hecha de plástico y que –jurarías- podría brillar en la oscuridad? ¿Alimentos que requieren un envasado altamente elaborado? Procura elegir alimentos que no hayan pasado por un procesamiento industrial complejo. Como regla de oro, la comida más sana suele ser la que se parece más a su fuente de origen.
¡Ve adoptando estos tips de a poco y cuéntanos qué se siente dejar malos hábitos de una vez por todas!