El divorcio es un proceso que involucra tanto a los padres como a los hijos. Mientras los padres están preocupados en resolver y acordar muchos puntos, es importante recordar que aunque se quiera echar todo a volar y empezar de cero están los hijos y de este vínculo parental no se podrán separar.
Si bien toda separación implica un quiebre y cambios, el fin de la pareja con hijos no tiene que ser un hecho traumático. Serán las actitudes que los mayores adopten ante ese hecho lo que condicione el vínculo futuro entre esos padres separados y sus hijos.
En la primera etapa de este proceso pueden existir peleas, desamor, indiferencia, mucho coraje y muchas incógnitas que resolver. Vale la pena recordar que los hijos son siempre testigos de lo que ocurre en el hogar con sus padres, por lo que está etapa puede ser una de las más duras y que les puede causar mucha angustia a los hijos.
En la segunda etapa usualmente se tiene que dar muchas explicaciones, sobretodo a los más cercanos, en está etapa es muy importante encontrar las palabras, el tono, y la forma para explicar qué acontecerá con el núcleo familiar y con los hijos.
Para esta etapa puedes pedir consejo o ayuda con la psicóloga del colegio, con alguna terapeuta de tu confianza, leer libros al respecto, pero super importante hablar con tus hijos con la verdad, con el corazón y dejar aún lado las diferencias y enojos que te han orillado a esta situación. Elimina actitudes parentales que dañan a los hijos como cuando son tomados como rehenes, como confidentes o mensajeros de sus padres. De esa forma se evitará la culpa y las falsas lealtades en los hijos.
Luego de la separación, cada padre resolverá su vida y si puede sanar sus heridas derivadas del divorcio podrá mirar con empatía a sus hijos. De lo contrario muchas veces volcará el enojo en ellos sin intención ni conciencia de lo que están haciendo. Es por eso que me gustaría compartirte estas reglas que te ayudarán a que el proceso sea menos doloroso para todos:
- Informarles y hacerles sentir que el divorcio no es su culpa
- Los padres deben ayudar a los hijos a que entiendan que sus hábitos de vida van a cambiar y que tendrán que construir sus nuevas rutinas de la major manera.
- No se puede ignorar que las emociones suelen estar revueltas en la familia cuando hay una separación de la pareja. Sin embargo los papás deben ayudar a sus hijos a que comprendan que sentimientos como la inseguridad, el miedo o el desánimo pueden aparecer y cómo pueden controlarlos.
- No poner al hijo en el medio de peleas de adultos. Vivir enfrentado obliga a odiar y el odio no aporta nada a los niños. Los hijos en esta etapa lo que más necesitan es de atención, de apoyo, de tu presencia, afecto y amor.
- No crear situaciones en las que el niño tenga que elegir a un padre por sobre el otro.
- No hablar mal del otro padre, aunque tengas motivos de sobra para hacerlo, eso puede causar mucho daño y malestares a los niños, pudiendo alterar su conducta, alimentación o sueño.
- Debes hablar con tus hijos sobre su separación sin dar demasiadas explicaciones y sin atribuir culpables. No se puede subestimar la capacidad de sus hijos para entender lo que está ocurriendo. Lo importante es que los niños sepan que sus padres seguirán a su lado y que podrán disponer de ellos cuando lo necesiten.
- No tratar de minimizar el tiempo que el niño pasa con el otro padre, ni lo que hace en su compañía.
Lo legal lo soluciona el abogado o juez, pero lo emocional lo solucionan los papás con la ayuda de un psicólogo. Si los padres se mantienen firmes en su educación y cuidado, todo volverá a la normalidad en poco tiempo.
Por: Lorena Calderón