Si bien solemos pensar en nuestro hogar como el lugar donde nuestros niños están seguros y a salvo, los datos disponibles sobre las lesiones accidentales son escalofriantes: los accidentes son la principal causa de muerte en los niños menores de 14 años. Y del total, un tercio proviene de lesiones accidentales causadas en el hogar.
Es por eso que debemos pensar muy seriamente sobre cuán seguro es nuestro hogar para los niños. Y aquí no solo debemos pensar en cubrir los tomacorrientes o instalar alarmas de humo, aunque obviamente estas son excelentes precauciones en todos los hogares, sino ir un poco más allá pensando “defensivamente” y viendo qué cosas pueden pasar: imaginar el peor escenario aquí nos puede ayudar a pensar proactivamente y evitar accidentes.
Según el organismo estadounidense Centers for Disease Control and Prevention (Centros de Control y Prevención de Enfermedades – CDC), la mayoría de los accidentes sucede en los lugares del hogar donde hay agua, calor o fuego, sustancias tóxicas, y donde existe la posibilidad de sufrir caídas. Teniendo este dato en mente, podemos no solamente convertir a nuestras casas en lugares más seguros, sino también educar a nuestros hijos para prevenir lesiones en ellos y en otros niños.
La educación como prevención
No importa cuán “segura” sea nuestra casa, si nuestros niños no están al tanto de por qué tomamos esas medidas. Por ejemplo, podemos cubrir todos los tomacorrientes y poner redes de seguridad en las ventanas altas, pero si los niños no son conscientes del peligro que se esconde detrás de meter un objeto en un enchufe o de asomarse por una ventana, estarán en cierta medida “en riesgo” cuando visiten la casa de los abuelos, que probablemente no esté preparada “a prueba de niños”.
Es por eso que debemos crear reglas que funcionen para mantener a nuestras familias seguras, y enseñárselas a nuestros pequeños. Podemos idear estas reglas pensando en los cuatro “peligros” que identifica el CDC.
Donde hay agua: un niño se puede ahogar en una pulgada de agua. Esto es algo aparentemente tan trivial como un balde, una alberca o una bañera casi vacías. Es por eso que jamás debemos dejar a niños pequeños solos mientras se bañan o a niños que no saben nadar bien cerca de una piscina que no tiene una buena barrera o rejas para evitar que pasen. A veces, un descuido de segundos puede ser suficiente para que suceda una tragedia. El piso de la cocina o del baño se vuelven resbalosos cuando están mojados, así que también es importante ser precavidos cuando estamos limpiando o se derraman líquidos.
Fuego o calor: pensemos en el hogar, donde las llamas están tan cerca de nosotros. O en la cocina, donde hay ollas en el fuego. Nunca debemos dejar a los niños solos en presencia de fuego. Es fundamental poner una barrera de defensa para evitar que salten chispas y también que los niños se acerquen o caigan sobre el fuego. En la cocina, es muy útil utilizar las hornallas traseras y orientar las asas de las sartenes y ollas hacia en interior. Pero también es una muy buena regla prohibir que los niños corran (o directamente transiten) por la cocina cuando se está cocinando.
Sustancias tóxicas: como regla general, debemos guardar medicamentos, venenos, insecticidas y otros químicos (como productos de limpiezas o del automóvil) fuera del alcance de los niños. Los medicamentos deben estar en el baño, en un lugar al que los niños no pueden acceder, y los químicos en el garaje o en un armario con un mecanismo de cierre a prueba de niños. También es importante explicarles a los chicos que estos productos no deben ser manipulados por ellos, además de los peligros que pueden causarles. Otra buena regla es siempre abrir una ventana cuando se están utilizando productos químicos o de limpieza con olores fuertes que pueden ser irritantes.
Posibilidad de caídas: ventanas altas, escaleras, mesas, camas altas… Si un niño es capaz de treparlo, el lugar reviste un riesgo para él. Las barandas en escaleras y en los costados de las literas son una excelente medida, y también lo es tener reglas como no permitir al hermano menor subir a la litera del mayor, no jugar junto a la parte superior de la escalera, no jugar en las escaleras, no asomarse por las ventanas altas y no subir a la mesa o a los muebles de la cocina para buscar vasos o platos.
Por último, la regla de oro es saber siempre dónde están nuestros niños y qué están haciendo y, adaptada a la edad de cada niño, no perderlos de vista. Cuidemos a nuestros hijos con amor para hacer de nuestro hogar el mejor lugar para ellos.