Cuando nos encontramos dos mujeres embarazadas con bebés pequeños, es inevitable que empecemos a comparar nuestras experiencias: en este momento, somos parte de un “club” muy especial. ¿Cómo fue el parto? ¿Qué tal come tu bebé? ¿Duerme? ¿Cuántas libras subiste? Lo que casi nunca preguntamos (a menos que nuestra interlocutora sea una amiga íntima o una hermana) es: ¿cuánto tiempo me llevará bajar el peso que me quedó después del nacimiento?
Uno de los consejos más sabios que me dieron cuando acababa de nacer mi primer bebé y yo me preguntaba cuánto tiempo tardaría en poder calzarme mis viejos jeans fue: “ten paciencia; tu cuerpo tardó nueve meses en subir este peso y debes darle al menos ese mismo tiempo para perderlo”. Esas palabras me resultaron tranquilizadoras: no sólo se trataba de bajar las libras que me habían quedado después del parto, sino de que mis caderas, ensanchadas para poder llevar al bebé en mi vientre, volvieran a su posición original. Además, con los enormes cambios que mi vida estaba experimentando, no tenía ganas de ponerme a hacer una dieta estricta.
Aquí comparto con ustedes otros consejos que me han dado y que me resultaron muy útiles para volver a mi peso anterior al embarazo de una forma natural.
Cuida lo que comes
Quizás una de las mejores cosas que podemos hacer es estar atentas a lo que comemos. Y aquí no se trata de cortar calorías, sino de prestar atención a lo que el cuerpo nos pide: ¿cuántas porciones de frutas y verduras comí hoy? ¿y de proteína? ¿granos? Si ingerimos las cantidades recomendadas, nos quedará poco apetito para comidas que no nos convienen, como harinas y azúcares. También es muy importante tomar mucha agua: además de mantenernos hidratadas, nos quitará la sensación de hambre.
Amamanta
La leche materna no solamente es el mejor alimento para nuestros bebés, sino que amamantar tiene enormes beneficios para nuestra salud. Uno de ellos es que contribuye a que el útero se contraiga y nuestra pancita se achique más rápido. Otro, que necesitas calorías extra para alimentar a tu bebé, que se restarán de lo que comes. Eso sí: ¡que amamantar no sea una excusa para comer un tarro de helado por día! Pon atención a los valores nutritivos de tu comida, así te mantienes bien alimentada tú también.
Ejercítate
Haz un poco de ejercicio cada día, eligiendo actividades que se adapten a tu estilo de vida. Si no has seguido una rutina de ejercicios durante el embarazo, lo mejor es empezar lentamente, mientras tu cuerpo se recupera. Camina un rato cada día con tu niño en un porta-bebé o en su carriola. Según prefieras, puedes empezar dando caminatas largas o de solamente diez minutos. O puedes bailar con tu bebé en brazos o mientras te mira desde su cuna. Lo importante es que te muevas. El ejercicio contribuirá a mantenerte fuerte y a perder peso, y las endorfinas que libras te ayudarán a mantenerte alegre.
Descansa
Todo el mundo te lo repite, pero a veces no es fácil lograrlo: duerme cuando tu bebé duerma. Hay muchísimas otras cosas que necesitas hacer en esas preciosas horas que tu hijo te deja al dormir: desde darte una ducha hasta lavar la ropa, todo lo que no pudiste hacer mientras él demandaba tus cuidados. Pero el descanso es fundamental: si te sientes física, emocional y mentalmente agotada, te será muy difícil cuidar de tu bebé y de ti misma. Te sentirás sin energía y seguramente comas cosas que no te nutran y que estén llenas de calorías vacías: si estás al límite de tus fuerzas, es más probable que pases por la ventanilla de un lugar de comida rápida a que te prepares un platillo nutritivo.
¡Sonríe!
Todas las madres del mundo pasamos por este momento. Y al final del día, lo único que importa es que ya tienes a tu bebé contigo. Y con él llega un mundo nuevo de posibilidades y de felicidad sin fin. ¡A gozar!