Cuando eres mamá de cinco, no se puede andar en piloto automático. Toca inventarse, reinventarse, copiar estrategias que otros aplican. Ir anotando esas tácticas que quizás funcionen en tu casa y luego implementarlas. Les comparto algunos trucos que me han servido y que últimamente van llegando de personas en el preciso momento que se necesitan.
El arte de salirse por la tangente. (Sirve también para otros tercos y psicorígidos). No falla. Cuando alguno de la familia se enfrasca en un sólo tema o berrinche. Muy sutilmente debemos cambiar la película por algo más interesante. Algunos pueden cerrarse y ensimismarse por horas hasta arruinarle el día a todos.
A la hora del desayuno, por ejemplo, se negaban a comer y opté, en vez de “dar cantaleta”, por tener a la mano un libro de animales y hacer preguntas tipo concurso. El tema problema se evadía y muchas veces me daba resultado.
Simplemente, sin que se den cuenta, se frena el conflicto y logras tu objetivo. Puede aplicarse en cualquier escenario y con cualquier tipo de dinámica. En paseos en carro (los peores), vuelos largos, peleas entre hermanos o los famosos “shows” en el supermercado.
Eliminar el “síndrome de la segunda guerra mundial”. Si bien bien es cierto que no se debe desperdiciar la comida, tampoco hay que forzarlos a que sus estómagos devoren hasta el último grano de arroz del plato y terminen vomitando. Al final, comerán lo que más les gusta y a lo mejor llegarán a aborrecer lo que los obligabas a comer. (Comprobado!)
Generarles conciencia del consumo y de las necesidades de otros y servirles porciones acordes con las edades. Ser flexibles y creativos a la hora de la comida, sin que se vuelva “À la carte”, para que el momento de la mesa y la sobremesa sea lo más relajado posible. En casa terminamos cantando “el rap de la alimentación” y no saben lo divertido que es.
Que puedan admirarte. Ya sea por tu trabajo, un emprendimiento o una labor específica, hay más armonía y también tienden a respetar los espacios de los demás miembros de la familia cuando existe admiración.
No todo lo sabes. No todo lo puedes. Las mamás nos damos muy duro. Lo mejor es aceptar nuestras limitaciones pero nunca flaquear con ellos. Decirles que eres buena para unas cosas y no tan buena para otras. Los hijos agradecen tu sinceridad y más que todo el amor por ti misma los enseña a quererse y aceptar las equivocaciones y los diferentes tipos de habilidades. Recuérdales que todos en casa pueden desempeñar roles de acuerdo a sus conocimientos y capacidades. Algunas frases que pueden ayudar:
- Yo no soy una experta cocinando. Hagámoslo juntos.
- Tu papá es bueno para los rompecabezas.
- A mí me encanta contar historias.
- Tu hermana es buenísima pintando.
- Toma la foto que tú eres excelente fotógrafo.
- Organiza tú la decoración.
- Haz el video que no hay nadie mejor en tecnología.
Hay temas que no son negociables. Para que no te des mala vida, déjales este mensaje claro y VISIBLE. Las fechas importantes. Los domingos en familia, las visitas a los abuelos. Yo no “obligaba” al principio para evitarles las “malas caras” y a largo plazo resultó ser un error. Me di cuenta que ellos sí les gusta que les exijas y terminan agradeciéndotelo. Pero como para atrás ni para tomar impulso, ya he ido retomando e inventando asados, picnics en parques, torneos de ping-pong y todo tipo de planes que pueda integrarnos a todos.
No olvides “escaparte” cuando no puedas más, contar hasta cien o gritar en la almohada para descargar tu tensión y en ocasiones simplemente vivir el día al día. Los momentos en familia quedan marcados en la vida de los hijos. Sin que te estreses tanto y sin que implique sacrificio y tormento se puede lograr que el hogar sea el más agradable refugio, aunque tengamos cinco hijos.
Por Claudia Martelo
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