En estas Navidades puede que tu casa regrese al mismo «caos» de todos los años, entre visitas de familiares, tus hijos y amigos de tus hijos, debemos de disfrutar de esos momentos hermosos que compensan todo lo que hacemos. Algún día extrañarás cuando tu casa se vuelva silenciosa.
En la madrugada del veinticinco de Diciembre, mientras armábamos las pistas de carros y abríamos los regalos de navidad de los más pequeños, comenzaron a llegar los adolescentes de la casa con zapatos en mano caminando por encima de las piezas. Cuando eran aún más bebés, las despertadas de unos coincidían con las llegadas de los otros o viceversa. Hacía lo que humanamente podía para que el recién nacido no despertara a los otros, pasando por todos los cuartos rogando por unos cuantos minutos de sueño.
La logística de las madres de hoy suelen ser caóticas. Como mamá de cinco hijos de todas las edades, caer en brazos de Morfeo se convierte en tu más anhelada fantasía. Súmale si trabajas. Cumplir la agenda del hogar millennial es una verdadera maratón. Entre llevadas y traídas, distribución de remedios, apoyo en tareas, abastecimiento de loncheras y menús fits para ser democráticos, quedamos exhaustas y a las siete de la noche comenzamos a pedir pista para quedar profundas. Al menos por un rato. Necesitas saber, en tu estado alfa, que todos están bien. Que se llevaron la llave, que encontraron parqueadero, que se firmó la circular y los uniformes están listos, que no se subió la fiebre y que hay meriendas y desayuno para mañana. Luego no debes olvidar que tu pareja también llegó.
Cada familia es diferente. Lo que verdaderamente importa es que en la tuya las cosas funcionen. Pasando de ser set de fotografías y pinturas a sede de conciertos, laboratorios de ciencia y negocios de repostería, mi sala se convirtió en un escenario deportivo. Quitando todo lo que pudiera romperse o dañarse, fue el sitio en donde todos aprendieron a patinar. Con mesa de ping-pong y porterías imaginarias de fútbol (la puerta principal y la del baño social), logré que mis hijos estuvieran más en casa. “Un partidido a 11”, nos dicen antes de irse al colegio, lo que aprovechas para que sea el momento de hacer sentadillas mientras te vuelves cadi recogiendo bolas.
Con toda esta revolución diaria de quehaceres y responsabilidades para que salgan todos adelante, solo te queda respirar profundo y reírte del día a día. Aprovecha cada minuto de descanso que puedas. Hay momentos hermosos que compensan todo lo que haces. Algún día extrañarás cuando tu casa se vuelva silenciosa.
Por Claudia Martelo – Soy Mamá Millennial
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